Ahora también le escribo a él

– Es que no te entiendo -me murmuró él con voz herida- dices que me quieres, que a mi lado eres feliz, te veo sonreír cuando bailamos, me buscas cuando estoy enfadado, pero nunca me escribes.

– Te escribo todo el tiempo -respondí sabiendo que no era eso a lo que se refería.

– ¡Tus cartas! ¡Tus benditas cartas, tus poemas, tu prosa, tus versos, nunca me has regalado ni uno solo!.

– Te regalo mi tiempo, ¿acaso no es más valioso lo que demuestro cada día? ¿Cuándo entenderás que te quiero?

– No evadas la pregunta, ¿Por qué nunca me dedicas tus escritos? Parece que vives en el pasado, que le escribes a otros hombres -reiteró más enfadado antes de subir al coche y echar a andar, cansado de mis letras y mis versos al olvido.

Él tenía razón, aún no aprendía a escribir sobre amor, normalmente escribía de desamor y soledad, por eso parecía que mis poemas iban dirigidos a los hombres de mi pasado -yo que solo había tenido un novio-… y lo lamento por los hombres del futuro -si hay alguno-, porque aún no he aprendido a hablar de amor… ahora también le escribo a él.

 

(Imagen de pixabay)