Ese Beso

Microrelato publicado originalmente a través del concurso de fin de año, iniciativa de Paula De Grei

 

Tenía unos meses de haber iniciado una relación con un compañero de la facultad, nos llevábamos bien y nos entendíamos perfectamente porque teníamos un humor bastante similar, así que decidimos salir y las cosas evolucionaron sin que nos diéramos cuenta, sin embargo, algo en mis pensamientos estaba taladrando con una fuerza inevitable, desde la primera vez que me besó no pude evitar pensar en otra persona.

Dicen que cuando tus pensamientos se enfocan en algo terminas atrayéndolo a tu vida de manera inevitable, así que ahí estaba, un viernes cualquiera en la plaza principal, de pie frente a esa persona, un amigo de mi época de colegio, dos años después de la última reunión de generación. No entendía mis nervios al saludarlo, habíamos sido muy buenos amigos hasta aquella última reunión, en la que después de un par de cervezas y el típico juego de la botella, nos dimos un beso, ese beso que recordaba con tanto cariño, que fue tierno e intenso al mismo tiempo y que hizo latir mi corazón con una fuerza inesperada, pero después del cual no volvimos a vernos más.

Lucía diferente, no sé si más apuesto desde aquella última vez, pero tenía algo en la mirada que me hacía preguntarme si acaso tenía el mismo recuerdo que yo… aquel beso –Supongo que no pensé.

Platicamos durante unos minutos hasta que la pregunta salió de su boca –¿Tienes novio?–, hubiera querido negar con la cabeza, pero hubiera sido una mentira horrible que nos lastimaría con el tiempo; mi silencio le dio el sí y vi en sus ojos algo que no podía descifrar, que me confundía y me hacía pensar que de alguna manera él también había pensado en mí, pero ¿quién podría decirlo?

Un abrazo y un beso en la mejilla sellaron nuestra amistosa despedida, miré su espalda alejarse con paso firme y decidido, me quedé de pie pensando si acaso guardaba el mismo secreto que yo, preguntándome si debía correr a detenerlo y decirle algo, cualquier cosa que le hiciera saber que nunca había dejado de pensar en él, llamarlo por su nombre, tomarlo de la mano…

 

Él

Después de darle un abrazo y un beso en la mejilla –uno que hubiese preferido darle a sus labios– dio la vuelta y emprendió el camino con los recuerdos de aquel beso en su cabeza. Había estado enamorado de ella desde el colegio, pero nunca se consideró suficientemente adecuado para ella, tan hermosa, tan alegre, tan inteligente. Pero aquella tarde, la última reunión de generación a la que asistieron, su amigo –el único que sabía de su amor por ella– había hecho trampa en el juego de la botella provocando que se dieran un beso, ese beso en el que imprimió todos los sentimientos acumulados a lo largo de aquellos años, ese beso que nunca pudo olvidar. Después de aquel día no volvió a verla, debido algunos problemas familiares tuvo que mudarse y perdió contacto con la mayoría de sus amigos, cuando volvió no supo dónde buscarla, hasta ese día en que la casualidad los hizo encontrarse en la plaza central.

Nervioso como estaba, no pudo evitar preguntarle si tenía novio, –maldición, si tan solo la hubiera encontrado antes– pensó al mirarla callada. No podía aferrarse a ella; emprendió su camino molesto preguntándose si algún día podría olvidarla, quizá era momento de dejarla ir, tantos años queriéndola en silencio, con solo el recuerdo de sus días de colegio y de ese beso. Pensando todo ello llegó al otro lado de la plaza, justo cuando estaba por dar la vuelta a otra calle, una voz a su espalda le detuvo, esa voz de sus recuerdos diciéndole su nombre…

 

D. R. © Angeles LuCa

 

13 respuestas a “Ese Beso

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  1. Al final, más que cuento, es como funcionan las cosas cuando el sentimiento es sincero y desinteresado. Si es recíproco, como en esta ocasión, el reencuentro es la clave de todo. Bueno, te has tomado una licencia literaria al hablar de paso firme y decidido, la verdad es que las piernas tiemblan y es difícil de disimular, pero no pasa nada 🙂
    Es coherente y acaba como es debido

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    1. Gracias, esos reencuentros pueden marcar la diferencia. Tienes razón en eso del paso firme y decidido, aunque creo que esa era la percepción de ella, pero sí, en esos casos las piernas tiemblan. Muchas gracias por leer y por tu comentario. 🤗🌺 Siempre me sirve.

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      1. Gracias, no era crítica, seguro que ella cuando lo llamó también le salió un gallo al pronunciar su nombre 🙂
        Si hicieras la historia 100% real ya no seria un cuento, así queda más impactante; Ella sólo dispone de unos segundos antes que Él doble la esquina, seguramente, para siempre 🙂

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      2. Te he entendido y creo que tu a mi también. El relato está bien y solo eran unos comentaríos amistosos a proposito del mismo.
        Aquí la línea realidad ficción es difusa y a veces no sabemos bien en que lado estamos 😀 😀

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