El regalo de los abuelos

Durante mucho tiempo, todo en aquel lugar había permanecido intacto, cada una de las cosas habían permanecido como ell@s las dejaron después de su partida.
Poco a poco, las personas comenzaron a llenar la casa con sus risas tristes, bromas que hacían un paréntesis en el dolor que les causaba la pérdida de tan amadas personas; poco a poco, también aquel aroma indescriptible dejó de percibirse, aunque su recuerdo seguía vivo. Cada vez que volvíamos (desde que ell@s se fueron) se percibía ese aroma de igual manera porque todo estaba cerrado, pero durante la última semana, el nuevo habitante se había encargado de mantener ventanas y puertas abiertas, como esperando que en algún momento todo volviera a ser como antes, como esperando que se escaparan los momentos tristes y grises. 

Por fin se le había quitado el «pause» a las decisiones, a las vitas de todos, porque al final del camino, cada uno necesitaba continuar con su camino, por mucho que las ausencias dolieran. Así que las decisiones estaban tomadas.

Volver a esa casa siempre causaba el mismo dolor, el mismo miedo, el temor de lo nuevo, de lo desconocido, de una nueva vida sin ell@s, pero de alguna u otra manera, era (tristemente) la herencia que los abuelos habían dejado, una casa en la que se partieron pasteles, piñatas y roscas de reyes, una casa en la que se veía el box, cada viernes, a las 11 de la noche, habitaciones donde se velaron los sueños de los nietos, las ansias de los hijos, una mesa en la que se compartieron almuerzos de medio día y cenas de despedida.

Era el lugar al que cada uno podría regresar en caso de que tuviera algún problema, el lugar que siempre mantenía puertas abiertas, flores de Lirio y el cantar de los pájaros, es por eso que decidieron que no podían deshacerse de ella, no aún, no en un tiempo; que harían durante un año el intento de reunirlos a todos (hijos), para que así, entre todos pudieran ser participes del destino del regalo de los abuelos.

 

D.R. © Angeles LuCa 2017

Imagen de Pixabay

12 respuestas a “El regalo de los abuelos

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  1. Herencia de humanidad y sentimientos esculpidos en cada visita. Recuerdos, algunos, borrosos; impregnados de voces familiares y aromas inconfundibles.
    Estación de llegada para algunos y de salida para otros pero, para todos, punto de encuentro y refugio seguro.

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  2. ¡Qué fuerte Angeles! No me importa confesarte que solo con ver esa entrañable imagen y tu texto me he puesto a llorar como una niña, el recuerdo de mis padres fallecidos ambos hace poco más de 1 año duele y seguirá doliendo pero me reconforta llorar, no te preocupes.
    Un abrazo

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