Hace unos días (varios me apena decir) leí en el Blog de Ana Centellas  respecto de una idea surgida en tecuentodeviajes (blog de Cristina) en colaboración con otro compañero. El reto es inspirar a diferentes historias a partir de una bellísima pintura en acuarela realizada por Cristina y como soy muy mala explicando les dejo los link´s para que los visiten.La idea es que esta Botella llegue a muchos lugares y más gente se una a la inspiración compartiendo historias creadas a partir de la misma imagen, los invito a participar y lograr que la botella visite tantos lugares como sea posible.Aquí mi pequeña participación, espero les guste.

MADE IN HEAVEN

Aquella tarde recorrí el parque agradecida con el compasivo sol que contuvo sus intensas ganas de brillar, caminé lentamente hasta encontrarme frente al museo más grande y antiguo de la ciudad. Miré el reloj, la hora exacta de acuerdo a mis recuerdos.

Habían transcurrido un par de años ya y sin embargo aún recordaba detalles de nosotras disfrutando la merienda de los viernes (Papas fritas y refresco de cola), platicábamos de una exposición que se abriría un mes más tarde ahí mismo y a la cual acordamos asistir juntas el segundo fin de semana de marzo. Fue una promesa de sangre, de esas que se hacen con el dedo meñique de la mano derecha, de las que no deberían de romperse a pesar del tiempo o la distancia. Fue una promesa sin sentido y sin embargo, aquella tarde recordaba claramente cómo fue que se rompió.

Ansiosa, nerviosa y nostálgica por aquellos recuerdos, comencé el recorrido con pasos lentos y nada firmes dispuesta a admirar la exposición del artista que a ella tanto le gustaba y que había regresado una vez más a la ciudad con la promesa de mostrar sus mejores obras. Poco a poco mi corazón acompasó su ritmo tratando de encontrar la tranquilidad que perdí cuando ella se fue, poco a poco comencé a disfrutar el recorrido de la manera en la que sé que a ella le habría gustado hacerlo años atrás.

Veinte minutos más tarde, traicionada quizá por mis deseos más profundos, me pareció verla entre la gente y estúpidamente comencé a seguirla, sabía que no era posible, no podía ser ella y aun así caminé en su dirección hasta que llegué a la sala principal del museo y paré en seco, mi respiración se detuvo, no escuchaba más que el intenso latido de mi corazón, lágrimas corrieron por mis mejillas sin poder contenerse y entonces lo supe.

Durante todos esos años no había hecho más que llorarle, reclamarle al cielo por haberla arrebatado de mi vida, viví enfadada incuso con ella por haberse ido, pero lo cierto es que ella nunca se fue, estuvo a mi lado en cada paso, incluso en ese momento me había guiado hasta esa sala para encontrarme con el regalo más bello de todos, el único cuadro que ella quería ver. Aquella bella pintura (recuerdo me dijo) contaba la historia de una pequeña adolescente que amó sin medida alguna a un tritón que se convirtió en hombre para ir a buscarla sin saber que ella se había echado al mar en su búsqueda, y que engañada por las sirenas del mar, vagó encerrada en una botella de cristal durante varios días hasta que el tritón, convertido de nuevo en pez la rescató guiado por pequeñas estrellas que descendieron del cielo dispuestas a sacrificar su luz por ese amor tan grande que ellos se profesaban.

Esa era la historia que más le gustaba, la que el artista (antes de ser famoso) le había contado esperanzado a que ella le regalara una frase para firmar su obra, y así había sido, mantuvo su promesa, aquella tarde pude leer la frase que mi pequeña hermana le regaló a su primer amor y que sin esperarlo, ahora también me regalaba a mí:

“Luces de colores, destellos brillantes en el cielo, sueños inconclusos, amores que no se inundan ni se olvidan, que no se rompen ni en la tierra, ni en el mar, ni en el cielo, porque ahí fueron creados” Heaven

 

DR © Ángeles LezCa, Febrero 2018