Aquella mañana al despertar todo parecía confuso, había sido una larga noche,
me levanté de la cama y me puse un suéter, (ese que tanto te gustaba
ver tirado en el sofá)
Con los pies desnudos salí a la terraza, ese lugar que apenas un par de noches antes había sido testigo de mis dudas, de mis incansables ganas de llorar.
Me abracé con fuerza a mi guitarra acariciando sus cuerdas en un intento por tocar algo que no me recordara a ti, pero cada nota salió de las caricias que quedaron prendidas a mi piel cual cicatrices que recuerdan la guerra de tu cuerpo junto al mío.
Te nombro y te sueño, suspiro mirando tu rostro entre sueños mientras persigo tu andar,
te veo y te hablo, y mis recuerdos se alimentan al mencionar tu nombre entre susurros,
te siento y te añoro, y tu ausencia se cansa de estar a mi lado, de permanecer constante entre mis brazos.
Te llamo y te quiero, y te recorro en besos mientras exploro la desnudez de tu sombra recostada en mi cama.
Me abrazo a los recuerdos para no dejarte ir, para tenerte un rato más conmigo, como en las noches en que solía perderme en tus ojos claros, en el suave de tu voz…
… y sin poder evitarlo, te pienso igual o más aún,que cuando estabas conmigo.
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