Hace muchos años mi mejor amigo me envió por correo electrónico un cuento que me encantó al mismo instante en que lo leí, lo leo a menudo cuando quiero recordar el significado del amor, y en esta tarde encontré nuevamente aquel correo y quiero compartir con ustedes esa historia.
¡EL AMOR VUELA!
Como los mayores daban demasiadas vueltas con la respuesta, las cuatro niñas decidieron preguntarle a su sabio preceptor:
– Maestro, dinos ¿qué es el amor?, nuestros padres nos responden que lo sabremos cuando seamos mayores. ¿Acaso es algo malo?
– No es nada malo, más tampoco ellos están equivocados, no sabréis qué es el amor hasta sentirlo. Pero mientras, podemos aprender algo para reconocerlo, mañana os daré un regalo.
Al otro día el preceptor les entregó cuatro pequeñas jaulas con un pájaro en cada una.
– Son para vosotras, pequeñas, cuidad cada una el vuestro. Como veis son pequeños, alegres y saben cantar. No quiero saber nada de ellos hasta que no os pregunte personalmente. Pero sobre todo que cada una cuide del suyo.
El tiempo pasó y entre clase y clase el maestro vio que los rostros de las niñas cambiaban cada día; en sus gestos y miradas notaba alternativamente la felicidad, la preocupación, la melancolía o el júbilo; a veces todas parecían tristes o las cuatro eran una expresión de alegría; cuchicheaban entre ellas y era evidente que se morían por contarle algo. Tras un par de meses, en los que vio en las niñas el paso de todos los sentimientos, les pidió que al día siguiente trajeran sus jaulas.
La primera en hablar fue la que parecía más contenta con el suyo, lo había puesto en una jaula más grande, con sus pequeños columpios para saltar y tacitas de agua para beber.
– Veo que tu pajarito está muy bien acostumbrado a su nueva jaula, está gordo y parece saludable, más no oigo que cante, dijo el tutor.
– Es verdad. No me había dado cuenta –respondió la niña– ¡Parece tan contento!
– Es evidente que lo quieres. El amor es cuidar a quien amamos, pero también hay que escuchar y saber qué quiere de nosotros. Posiblemente esté agradecido por lo que haces por él, aunque no estoy seguro de que esté muy a gusto, ya que por alguna razón ha dejado de cantar.
La segunda le mostró la suya, en la que el pajarillo había crecido notablemente; estaba bastante gordo y apenas podía moverse en su pequeña jaula.
– Veo que el tuyo está bien alimentado, diría que demasiado, y tampoco canta, parece que para ti el amor es dar en exceso, lo que a la larga no será bueno para ambos. Le has dado tanto de comer que este animalito ya no podrá salir de su jaula y tendrás que romperla si quieres liberarlo. Está incómodo y de mal humor, míralo, lo suyo es simplemente esperar, no le has enseñado a hacer otra cosa. Haz como tu hermana, dale más espacio y menos comida, tal vez acabe cantando para comunicarse contigo o porque es más feliz. Tú también tendrás que aprender a observarlo: quizá quiera otra cosa.
La tercera le mostró su jaula vacía, y entre sollozos le contó que quería tanto a su mascota que cada día lo sacaba de la jaula y la tenía un rato en sus manos, pero un día pensó que tenía frío y la cobijó bajo su abrigo, y cuando quiso darse cuenta había muerto.
– No llores, pequeña –dijo el preceptor–, a veces el amor es como un pajarillo en nuestras manos: si la abrimos demasiado echa a volar, pero si lo apretamos mucho se muere. Te regalaré otro y sabrás ahora como cuidarlo. El pobrecillo ya te ha enseñado lo más difícil del amor.
La cuarta niña también le mostró su jaula vacía, pero la expresión de su rostro no era de tristeza, sino de pícara alegría.
– ¿Y tú qué me cuentas? –preguntó el sabio.
La niña le hizo un gesto y se acercó a la ventana. La abrió, sacó un puñado de granos del bolsillo y lo esparció en el alféizar, unos segundos después, cinco o seis pajaritos se posaron allí y no dejaron ni un solo grano. Después volaron a un árbol cercano, desde donde llegó hasta la habitación un concierto de gorjeo y silbidos.
– ¿Uno de esos es el tuyo? –volvió a preguntar el maestro.
La niña asintió.
– El mejor amor es el que se vive en libertad. Cada amor es diferente, pero a la vez ese amor es único. Espero que lo hayas hecho porque amar a un animalito no es lo mismo que el amor entre ellos, lo has dejado en libertad para elegir, y creo que ya ha hecho amigos y tiene pareja, pero también te quiere a su modo y te devuelve amor en su canto. Si llegas a amar así serás feliz.
Imagen de Pixabay
Que bonito, este poema tiene toda la razon
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Así es, el amor libre, la mejor forma de amar 🙂
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Tienes toda la razon, el poema me recordo a un libro que me gusto bastante, si quieres te digo el titulo por si se te pasa por la cabeza leerlo
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Por favor dime el título, me animo a leerlo con todo gusto 🙂
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El nombre suena cursi pero la historia es muy bonita se titula:
«La princesa que creia en los cuentos de hadas»
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Cursi podía ser una de mis palabras favoritas jaja. Definitivamente lo leeré. Gracias por la recomendación y gracias por pasarte a leerme 🙂
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No, gracias a ti por seguirme
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La última niña si que sabía, es fácil confundir el cariño con el Amor, el primero es egoísta y busca la satisfacción propia. El Amor procura el bienestar de a quien se quiere de verdad por eso es generoso. Buena historia.
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Muy cierto lo que dices. El amor es generoso 😊 Saludos
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Preciosa historia y eso que es difícil de describir el amor ! Aunque esta historia tiene unas preciosas conclusiones
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Siiii, ha sido una de mis favoritas por muchos años. Gracias por pasar 😀
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