Que sí… le quise

«No le escribas», me gritaba constante mi instinto mientras mis dedos golpeaban el teclado formando palabras desesperadas en la pantalla del ordenador.

«No es buena idea», insistía… pero se acercaba fin de año y con ello, el día de mi partida; todo estaba decidido y yo, yo solamente quería una oportunidad de verle, de hablar, de despedirme, de cerrar el ciclo que se quedó inconcluso cuando inesperadamente, unos meses atrás, me dijo llorando que no tenía la fuerza para continuar lo nuestro, que estaba cansado de ser un amor de cuatro paredes, un amor escondido en el silencio de las voces de la gente que hablaba de nosotros.

Quería un espacio para estar a solas, un café, una cerveza, una charla a la orilla de la playa, una caminata tomada de su brazo, el mismo que solía aferrarse a mi cintura cuando en las noches, nos daba por hablar del futuro; quería el abrazo suspendido  aquella noche que me dijo que no podía seguir conmigo, que me quería pero seguiría su vida sin mí, al fin de cuentas si me iba a ir, que lo hiciera de una vez, que no le hiciera amarme más de lo que ya lo hacía.

Solamente quería decirle, que sí, que le quise, que me enamoré de él a pesar de no buscar quererlo, que lo que ellos le habían dicho no era cierto, que guardé nuestro amor como un secreto porque era algo puro, algo que no debía ser manchado por el veneno de la gente que nos quería ver infelices, que era cierto eso de que en sus brazos mis sueños eran tranquilos, dulces, felices.

Al final, mi razón fue más fuerte que el instinto, el texto se quedó sin enviar porque tuve miedo de herirnos más, porque al final de cuentas él lo sabía, que sí, le quise.

©Angeles Lezca,  Diciembre 2019